cine

Del 8 al 30 de abril del 2022

Averno

Marcos Loayza

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La Taquilla del Fin de Semana estrena en exclusiva en Casa de América el film boliviano Averno, del cineasta Marcos Loayza, distinguido con el Premio a la Mejor Película de la competencia latinoamericana en el BAFICI - Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente. Buenos Aires, Argentina, 2018.

AVERNO
Bolivia-Uruguay, 2018 / 87’ (+12)

Dirección: Marcos Loayza.
Intérpretes: Paolo Vargas, Leonel Fransezze, Fred Nuñez, Patricia García, Adolfo Paco, Sidney Sanchez, Rosa Ríos, Luigi Antezana, Bernardo Rosado, Kori Paco.
Sinopsis: Averno, un lugar del imaginario de los habitantes andinos donde conviven vivos y muertos y donde todo encuentra su cara opuesta. Muchos han oído nombrarlo pero muy pocos verlo; Tupah, un joven lustrabotas lo debe encontrar para rescatar a su tío.

Fecha y hora
📅 viernes y sábados del 8 al 30 de abril de 2022. (***Excepto los días 15 y 16 de abril)
 19.30.
📍 Cine de Casa de América - sala Iberia. 
▶ Aforo 90 localidades.

Entradas:
General: 5 euros.
Entradas con descuentos: 2,50 € Usuarios de la tarjeta DMM.
3 € Estudiantes de cine, mayores de 65, carnet joven, empleados de Telefónica e Iberia y titulares de Iberia Plus e Iberia Singular.
1 € Desempleados.
Imprescindible presentar acreditación.

Taquilla
En el Punto de Información (Plaza de Cibeles s/n)
De lunes a viernes de 11.30 a 14.30 y de 16.00 a 19.00. Sábados de 18.30 a 19.30.
Venta anticipada exclusivamente de lunes a viernes.

Imagen eliminada.

 

Dirección: Marcos Loayza.
Producción: Alma Films (Bolivia).
Coproducción: Suerte en Pila (Uruguay).
Productor: Santiago Loayza Grisi.
Coproductor: Nelson Wainstein.
Productores ejecutivos: Alejandro Loayza, Marcos Loayza, Santiago Loayza.
Fotografía: Nelson Wainstein.
Dirección de arte: Abel Bellido.
Montaje: Fabio Pallero.
Sonido: Sergio Medina.
Música: Federico Pereira - Gabriel Estrada.
Intérpretes: Paolo Vargas, Leonel Fransezze, Fred Nuñez, Patricia García, Adolfo Paco, Sidney Sanchez, Rosa Ríos, Luigi Antezana, Bernardo Rosado, Kori Paco.

Marcos Loayza (Bolivia, 1959)

Director y guionista.

Cursó estudios de Arquitectura en la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz y cine en la Escuela Internacional de Cine y Vídeo de San Antonio de los Baños (EICTV), Cuba, donde asistió a talleres impartidos por Alfredo Bryce Echenique y Jean-Claude Carrière, entre otros relevantes profesionales. Fue, además, profesor invitado de la mencionada escuela.

Ha realizado proyectos en formato de video y en televisión, para la cual dirigió en 1995 la telenovela Radio Pasión.

También escribió para el teatro la obra Séptimo sentido y adaptó El silencio del mar de Jean Bruller, las cuales fueron estrenadas.

Ha colaborado con el diseño de ilustraciones en publicaciones periódicas y en varios medios de prensa de Bolivia. Ha ejercido también la docencia en cine y artes plásticas, en varias universidades paceñas.

Su primer largometraje Cuestión de fe (1995), tuvo una importante repercusión por parte de la crítica y el público nacional e internacional situándole como uno de los directores más prometedores del cine boliviano. El film participó en los Festivales de Chicago, Gramado, Tokio y Hamburgo. Su segundo largometraje, Escrito en el agua (1998), participó en el Festival de Berlín (Panorama), Montreal, La Habana, Londres, Chicago y Toulouse. En 2004 realiza su tercer largometraje, El corazón de Jesús que ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Bogotá, el premio a la mejor actriz en el Festival de Mónaco y los premios a mejor película, mejor director, mejor actriz y mejor guion en el Festival Icaro de Guatemala. En 2012 estrena su cuarto largometraje, Las bellas durmientes, con muy buena aceptación del público en Bolivia.

Loayza también ha realizado los documentales El estado de las cosas (2007) ​y Qué culpa tiene el tomate (2009). En 2016, realiza la serie documental de cinco capítulos Planeta Bolivia que trata la problemática ambiental en el país sudamericano.

En 2018, estrena Averno en el prestigioso BAFICI (Argentina) donde obtiene el premio a mejor película latinoamericana. Ganó, además, dos premios Kikitos en el Festival de Gramado, y participó en el SANFIC (Chile) y en el Festival de La Habana, entre otros.

Marcos Loayza está reconocido por la crítica y las publicaciones especializadas como uno de los cineastas latinoamericanos más destacados, que ocupa un lugar fundamental en la cinematografía boliviana. Sus películas han sido consideradas entre las mejores producciones de América Latina y han formado parte muestras y homenajes. La mayoría ha sido merecedora de premios y reconocimientos nacionales e internacionales.

El averno no es necesariamente el infierno. Podría ser esa frontera en la que confluyen la vida y la muerte, ese lugar al que se accede por diversas puertas pero que a la vez no existe, o quizá sí, pero sólo en nuestro imaginario. La noche es fundamental en la cinta, pues creo que La Paz es muy diferente durante el día a la ciudad que se manifiesta en la noche. Son ciudades totalmente opuestas, y es en la ciudad de la noche donde ocurren cosas y se abren puertas.

La idea de rodar Averno surge entre 2005 y 2006, cuando realizaba otra de mis películas: Estado de las cosas (2007). Para ese trabajo hice muchas entrevistas sobre Bolivia. Conversé con un especialista del pensamiento andino quien tenía mucha información sobre el tema. A partir de ahí nació la necesidad de investigar el Mankapacha, que en la lógica aymara viene a ser el mundo de abajo, que no necesariamente es el infierno. 

El título de “Averno” también evoca un lugar físico que existe en La Paz, un lóbrego local suburbano, que constata que los mundos de arriba, el de aquí y el de abajo coexisten, como los tejidos de la milenaria cultura  jalq’a.

Al mundo de abajo se ingresa por varias puertas. Una de ellas son las serpientes y los sapos, que son símbolos presentes en diversos aspectos de la cultura andina. Otra puerta por la que se accede a este universo es a través del ritual y en éste siempre está presente el alcohol. Quería construir ese universo plagado de paradojas, persecuciones y personajes de la noche. Intentar entrar en el imaginario no solo de los bolivianos, sino también bucear por las profundas aguas de los mitos y creencias del ser humano.

Es una película de mucha complejidad en la puesta en escena, con mucho vestuario, despliegue de personajes y que requería de actores de fuerte presencia oficio y fotogenia. Dado que los personajes solo existen en la imaginación hubo un arduo trabajo de diseño porque buscábamos que fueran muy precisos. Fue filmada en locaciones difíciles, de noche y con lluvias, un trabajo muy duro y desgastante que gracias a la ayuda de mucha gente llegó a buen puerto. Participaron más de quinientas personas y la producción tomó más de una década. Pero me siento muy satisfecho, tanto del resultado de la película, como del proceso: el rodaje es la parte más apasionante, es cuando todo comienza a cobrar vida propia y ya la película deja de pertenecerle a uno. Cada persona que participa en el rodaje aporta su talento, su mirada, y contribuye al resultado final. Esa sensación de creación colectiva es muy fuerte y hermosa.

A diferencia de un sociólogo o un matemático, en el momento de hacer una obra para mí es difícil deslindar las relaciones que se dan entre el pensar, el sentir, el mirar, el razonar, el intuir, el conocer, el saber, el gustar, el entender, el querer, el soñar, el cicatrizar, el recordar y el olvidar.

Trato de que mis obras hablen de las cosas que mueven los resortes más profundos con la confianza de que soy hijo sobre todo de mi tiempo y que esas cosas son también importantes para el público.

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